El partido del sábado en el Bernabeu lo podríamos calificar
como un partido “incómodo”. Incómodo por la hora poco habitual, las cuatro de
la tarde, hora predilecta de la siesta, otro de los grandes hábitos de los
españoles. Incómodo también por las circunstancias que rodean al partido,
cuatro días después del último derby en el que el Real Madrid puede haber
salvado parte de la temporada. Incómodo para el Real Madrid por el inminente y
decisivo choque ante el Manchester, donde se juega mucho más que en este partido, e incómodo para el Barcelona ya que, sin
ver peligrar la Liga ,
otra derrota ante el Real Madrid le podría pesar como una losa por lo que resta
de temporada y agotar gran parte del crédito acumulado durante los últimos
meses.
A Mourinho el partido del sábado no le interesa, no es su
guerra, o así va a quererlo hacer ver. El sentar a figuras como Alonso, Özil o
Cristiano Ronaldo poco menos que va a sonar a desaire hacia el club blaugrana.
Esto tiene varias lecturas, en las que el club merengue puede salir ganador o
justificar la derrota perféctamente. Si el Barcelona gana cómodamente contra un Real Madrid
plagado de suplentes se justifica, “no es nuestra guerra, esta batalla está
perdida hace tiempo” y no pasa nada, entra dentro de lo normal, por lo que se
restaría mérito a la victoria barcelonista. Por el contrario si con ese
escenario, plagado de suplentes, el Real Madrid vuelve a ganar poco menos que
será elevado al Olimpo de los dioses.
Los de Roura intentarán ponerse el mono de la Liga tirando de oficio y
orgullo para competir y dar capetazo definitivamente a la
Liga. Una nueva derrota tendría consecuencias
morales por lo que añade un poco más de presión al partido.
Por lo tanto los caprichos del calendario y sobre todo de
las circunstancias harán que lo que a priori a comienzos de temporada se
esperaba como un partido transcendental por la lucha por el título se convierta
en un partido, como hemos dicho antes, incómodo. Cosas del fútbol.
@daviddoniga
@daviddoniga
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